sábado, 13 de agosto de 2011

Cuentos: "Ecuéntrame" parte 2



Algunas veces nos encontramos perdidos porque queremos pertenecer a alguien que ni siquiera nos mira. Pero, ¿como hacer vernos a nosotros mismos que no importa lo que hagamos o queramos, si de todos modos nos vamos a hacer daño? si las razones se nos resbalan como el agua que escurre desde una tubería rota hasta el suelo.

La mirada de Xiavier estaba perdida, no estaba, había dejado de existir. Se le miraban las pupilas dilatadas, no se, sus ojos ya no tenían vida, su cuerpo estaba vacío, su alma estaba desnutrida y sus pasos al caminar ya no retumbaban. No hacía ruido como persona o como humano.

Una noche a su azotea llegó un perro, sangrando del cuello. Xavier le colocó un pañuelo blanco sobre la herida y de inmediato este se manchó de rojo. El perro lo miraba con la misma mirada que tenía Xavier en los ojos. Y después de ponerle el pañuelo, se echó para atrás. Era un perro tímido, callejero y labrador.

Xavier se acerco con cuidado para mostrarle que sus intenciones no eran malas. El perro se dio cuenta y le lamio la mejilla izquierda.

Xavier se sentó junto al perroy el perro se sentó también. Le empezó a contar cosas como si se tratara de su más intimo confidente, como si en el mundo no existiera otro ser viviente caminando con vida.

Le hablaba del sentido de la vida, de locuras y casualidades. De la vida humana y de los sueños. El perro le ponía tal atención como si en verdad entendiera cada una de las palabras que Xavier pronunciaba. Como si entendiera de sueños y humanismo.


Su vida transcurrió de esa manera por algunos años. Durmiendo a las tres de la mañana, despertando a las seis y treinta. Prepararse para el trabajo. Salir al trabajo. Y a las tres y quince de la tarde, la hora de su comida, esperar en el aparador. Regresar a casa, platicarle al perro y volver a empezar la rutina a las tres de la mañana.

Con el tiempo sus deseos querían comenzar a materializarse. En la calle, buscaba en todas las mujeres la mirada de aquella chica que lo había tenido perdido. Buscaba aquellos ojos color miel, aquellas cejas levantadas, esa nariz afilada y esos labios gruesos y rojizos.

Sucedió en un callejón, a la una y media de la madrugada, donde conoció a Ximena, una mujer de piel morena, delgada y con el cabello largo y ondulado. Tenía esos ojos miel, esas cejas levantadas y esa nariz afilada. Que desgracia para aquella muchacha. Pero que dicha para Xavier, quien en cuanto la vio no le perdió el rastro y la siguió hasta su casa. La vio entrar en una casa rosa y la vio encender la luz del cuarto con balcón..



viernes, 12 de agosto de 2011

Música: Jack Johnson - Belle

BELLE




Oi Lienda
Bella que fa?
Bonita, bonita que tal?
But belle
Je ne comprends pas fran§ais
So you'll have to speak to me
Some other way



sábado, 6 de agosto de 2011

Cuentos: "Encuéntrame" parte 1

Encuéntrame

Parado en la esquina, afuera de una tienda de relojes que marcaban las tres quince de la tarde. Lloviendo y estaba empapado, pensando que jamás quería volver a despertar. Xavier, viendo hacia el aparador empañado, detiene su mirada unos segundos y entre el vidrio y los relojes del aparador, aparece aquel rostro que vendría a cambiarle la vida.

Ella, del otro lado de la calle, mojada, esperando en la otra esquina y voltea la mirada también. Y sus miradas se encuentran en un reflejo que por el momento no dijo mucho, o que quizá lo dijo todo. Sonrió.

Su celular sonó y lo busco en su mochila, solo era una alarma. Volvió su mirada al aparador, ella ya no estaba.

Esa tarde pasó muy lenta. Xavier regresó a su departamento, en el último piso de un edificio de muchos pisos. En su azotea se sentó en una orilla. Escuchó un murmullo y sintió un frío intenso. Volteó su mirada y vio una silueta y le dijo

Nadie te escucha

¿Qué quieres decir? —preguntó Xavier mientras la silueta daba forma en medio de la oscuridad de la azotea a un hombre de cara muy pálida, ojos profundamente negros y totalmente desnudo que apareció de la nada

Estas solo, si murieras hoy, nadie se daría cuenta y tu cuerpo se podriría hasta que se lo comieran los gusanos

¿Porqué me dices todo eso? —preguntó viendo al horiznte, jamás lo veía a los ojos —¿Qué no ves que me estoy muriendo lento?

Lo se — respondió y desapareció.

Xavier se abrazó por varios minutos, mientras la noche, estrellas fugaces, coches a toda velocidad pasaban por la calle o por el cielo y luego se fue a dormir.
Esa vez no tenía excusas para llorar en su cama, nada más que lamentarse, nada mas porque sufrir.

Los siguientes días fueron de intensa espera, desde las tres y quince de la tarde, hasta las cinco y media. Y nada, solo lluvia.

¿Acaso se volvería loco de tanta ausencia? o quizás sería paciencia. Lo cierto es que después de una semana llegó a su habitación, se escondió bajo sus cobijas y empezó a llorar. El destino se había encargado de aislarlo del mundo, de todos, en un lugar donde nadie lo vería, ni lo olería, ni lo tocaría. Y de pronto, una mirada, que después de tanto tiempo, se convertiría en nada.

Y allí, entre las sábanas, se volvió a aparecer aquel hombre desnudo y le habló de nuevo, mientras se miraban fijamente a los ojos

— No tienes porque estar viviendo de esta manera, para este mundo solo existe una salida ¿sabes cual es, Xavier?
— No, —respondió con frialdad e indiferencia
— si lo sabes
— que no lo se, —insistió Xavier con la mirada fija
— La muerte — contestó aquel hombre y volvió a desaparecer mientras Xavier se destapaba y miraba al techo.

Xavier no sabía con exactitud lo que le había sucedido después de esa tarde en el aparador. Después de esa mirada, de esa mujer. No sabía tampoco porque era así, porque pensaba así o porque actuaba. Pero desde ese momento sabía que tenía que despertar, que había estado soñando todo este tiempo o que había estado inmerso en un congelamiento perpétuo, ya no se. Lo que si se es que se había adentrado en un mundo del que difícilmente quería salir...