Me voy a morir, de todas formas. No quiero que nadie me escuche en este silencio armónico.
Desearía que las aves me llevaran con ellas, mostrarme un mundo existente en este, desconocido.
Que las ramas hagan de mi sus nidos y los nidos se vuelvan hogar de las palabras que nunca fueron pronunciadas.
Volar cuando este abajo, caer cuando este arriba. Y desde ahí empezar a creer que nadie va a querer morir, porque desde arriba no perdemos vista de ningún detalle, de ninguna persona, de ningún edificio, sonrisa o carcajada. De amantes y desamores, de perros y de otras mascotas. Del campo, del concreto, de los tejados y de las sábanas blancas colgadas en el tendedero. De todo, de nada, de tanto mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario