Francine, lo recuerdo con exactitud, fue el 15 de mayo, la primavera llegó tarde, estaba a punto de llover y tu gritabas.
Fuiste aceptada en el conservatorio, querías ser actriz. Te mudaste de Boston a París, en la calle Faubourg Saint-Denis. Te mostré mi vecindario, mis bares, mi escuela.
Te presenté a mis amigos, a mis padres.
Escuché tus líneas, tu canto, tus esperanzas, tus deseos. Tu música, tu escuchaste la mía, mi italiano, mi alemán y mi un poco de ruso.
Te di un walkman y tu me diste una almohada. Luego un día, me besaste.
El tiempo pasó, el tiempo voló, tan deprisa. Todo parecía ser tan fácil, tan simple, tan libre. Tan nuevo y único.
Fuimos al cine, a bailar, de compras. Reímos, tu lloraste. Nadamos, fumamos, nos rasuramos. De vez en cuando gritaste, sin razón o con razón. Algunas veces por una razón.
Te acompañe al conservatorio, yo estudié para mis exámenes.
Escuché tu canto, tus esperanzas, tus deseos, tu música. Tu escuchaste la mía.
Estábamos unidos, muy unidos, siempre unidos.
Fuimos al cine, nadamos, nos reímos. Tu gritaste, algunas veces con razón, otras sin razón. El tiempo pasó deprisa.
Te llevé al conservatorio, yo estudié para mis exámenes.
Tu escuchaste mi italiano, mi alemán, mi ruso, mi francés.
Yo estudié para mis exámenes, tu gritaste, algunas veces con razón. El tiempo pasó, sin razón. Gritaste, sin razón.
Yo estudié para mis exámenes, mis exámenes, mis exámenes. El tiempo pasó, tu gritaste, tu gritaste, tu gritaste.
Yo fui al cine.
Perdoname, Francine.
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