Especial Place
No me acuerdo cuando fue que toque por primera vez esa puerta, o si algún día la llame tres veces.
Ahí, en el 204 H, de las rejas blancas y maceteros vacíos.
Los que si recuerdo son los detalles, las golondrinas que hacían sus nidos y echaban a volar por los árboles y cantaban de hambre. Las chapas, los candados, los adornos hogareños.
Y esa subida a la azotea. Frágil, oxidada y vieja.
Y ahí arriba, me di cuenta de que existen cosas que se extrañan. Una cama, un mueble una azotea.
Las vistas, los edificios, los árboles, las ventanas.
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