martes, 8 de enero de 2013

Postrado en esa cama, blanca. No sabía que hacer con mis pies, débiles, que de pronto, parecía que se movían por voluntad propia. Y entonces comencé a observar por la ventana, recordando, intentando recordar como era el sonido de un perro, de una rana o el canto del gallo en la mañana, una alarma que despierta a los muchachos en la madrugada.
Tan solo me paré, como si de pararse por las papas a la cocina se tratara. ¿Tenía dolor? ya no importaba. Estaba tan consciente de que esto apenas comenzaba. De que esto tenía nombre y apellido. Pero que yo, nunca lo reconocería, como un padre negando a su hijo bastardo.

En el pasillo del hospital, enfermeras, pacientes y doctores me miraban, pero nadie decía nada. Era como si la noticia se hubiera esparcido como el humo por todo el hospital y supieran que de no partir, me saldrían ramas en el cuerpo que se enlazarían en la cama dejándome postrado para siempre, en la misma cama, en el mismo cuarto, en el mismo espacio y extinguirme en un olvido que ni la nada quiere.

¿Cómo era mi mirada? sencillo, ¿alguna vez han visto a un perro minutos antes de llevarlo a inyectar?


¿Que diferencia hay entre el suicidio y la muerte lenta por tristeza? No lo se, pero yo al principio me sentía como cuando a los dieciséis años me quería suicidar pero no sabía como ni exactamente el por qué. Solo que algún día iba a hacerlo, algún día iba a morir. Hoy se que la única diferencia entre hace cuatro años y ahora, es que se que voy a morir el 4 de Septiembre del año que viene.


domingo, 6 de enero de 2013

Los amantes.

En la noche no se siente eso que llaman "La distancia". Que vive allá, ahí, en todas partes, menos aquí. Y miento, en la noche es cuando más se siente, porque los amantes ruegan que la distancia viva aquí, con uno mismo, para que ya no se esté lejos. 
Y entonces comienzas a mudarte a los recuerdos, donde la renta es más barata que el olvido. Comienzas a pensar como era aquella piel, que si jugabas o no con ella, para luego crear formas en su cuerpo que no verías en ningún lugar diferente. 
Y ahí, en ese mar de cuerdas flojas, se mantienen los amantes, colgados a veces con una sola mano, a veces ayudados de la mano de otro amante esperanzado, solidarios. Incongruentes cuando juraron por sus madres que jamás en una vida iban a arriesgarse, pero ahí se encuentran, enamorados.
Tal vez no. Quizás no están tan mal, no del todo, cuando son correspondidos. Mientras tanto, mientras esperan a su otro amante, se encuentran como resguardados en ese purgatorio de emociones, que les recuerdan que siguen vivos, solo para querer morir de la nostalgia.