domingo, 6 de enero de 2013

Los amantes.

En la noche no se siente eso que llaman "La distancia". Que vive allá, ahí, en todas partes, menos aquí. Y miento, en la noche es cuando más se siente, porque los amantes ruegan que la distancia viva aquí, con uno mismo, para que ya no se esté lejos. 
Y entonces comienzas a mudarte a los recuerdos, donde la renta es más barata que el olvido. Comienzas a pensar como era aquella piel, que si jugabas o no con ella, para luego crear formas en su cuerpo que no verías en ningún lugar diferente. 
Y ahí, en ese mar de cuerdas flojas, se mantienen los amantes, colgados a veces con una sola mano, a veces ayudados de la mano de otro amante esperanzado, solidarios. Incongruentes cuando juraron por sus madres que jamás en una vida iban a arriesgarse, pero ahí se encuentran, enamorados.
Tal vez no. Quizás no están tan mal, no del todo, cuando son correspondidos. Mientras tanto, mientras esperan a su otro amante, se encuentran como resguardados en ese purgatorio de emociones, que les recuerdan que siguen vivos, solo para querer morir de la nostalgia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario