viernes, 11 de junio de 2010

Ley de vida.






Esta es la historia de un perro solitario que tenía el don de llorar. Ese don que solo tienen los humanos por ser humanos. Era mágico cuando lo hacía, cuando sus lágrimas caían al suelo y se evaporaban para luego ir al cielo y después volver a sus ojos desde el mar cuando veía su ser reflejado en el agua salada.

Para él el tiempo se iba y no volvía, pues tenía visión de humano, podía ver todas las desgracias y catástrofes que provocábamos desde un enfoque más trágico y real. Su corazón comenzaba a derretirsele por dentro, pero sabía que seguiría vivo mientras se escucharan los latidos.


Hoy la tierra parece estar quieta y el sol parece girar pensaba mirando al mar Y aunque parezca mentira, se que mi corazón va sanar y de seguro va a volver a quebrarse otra vez, lo se, simplemente lo se y me asusta.

Pareciera que de su cuerpo salían heridas sabor a miel por su pelo dorado que brillaba con la luz del atardecer del sol y en el amanecer parecía que tenía montadas luces de colores naranjas brillantes.

Nadie sabe por que un día el amor nace y sabe nadie por que muere el amor un día y es que nadie nace sabiendo. De haberlo sabido él, jamás se hubiera involucrado con humanos. Como cuando una vez lo abandonaron en una banqueta vacía un día de lluvia por la tarde.
O cuando el anciano que lo recogió murió de un infarto mientras miraba sus últimos segundos por la ventana.

¿Y todo lo que vivió? preguntas tontas
No importa, es un perro, es un can, es un NADIE —respuestas frías

¿De que sirvieron tantas alegrías, tantos juegos? ¿de que sirvió tanto tiempo aprendiendo a ir al baño o a esperar con ansias a mi humano o a no ladrar en las noches, a comportarme? Si de todos modos iba a quedar solo, si de todos modos iban a morir sin mí, si de todos modos morir también es ley de vida, también es parte de vivir. cada noche, ese era el dilema que aquejaba su mente

Una tarde frente al mar, vio llegar un grupo de aves llegar desde el infinito mar a las rocas costeras, y pensó:

Un día me iré y llegaré también, así como cuando el hielo se descongela y se transforma en líquido, y sigue siendo totalmente lo mismo; sigue siendo agua. Cuando yo me enfríe, algún día me voy a derramar como agua y seré alguien, y van a volver a pasar los pájaros en bandada y mi corazón va a volver a sanar y volveré a esperanzarme y luego a desesperar. Pero ya no importará, por que ahora seré otro y tendré otra oportunidad, podré destruir y no sufrir por eso, tendré pretextos, lloraré sin motivos, me desgarraré el alma trabajando para no lograr nada, pero tendré dos pies —se dijo él mismo

No lo hagas perro le dijo un ave de color blanco que se acerco al muelle junto a él recuerda que cruzando al mar hay lo mismo, no hay más, solo lo mismo

Tu puedes decirme lo que quieras, pero jamás me quitarás este dolor, jamás sabrás lo que es ser abandonado ni humillado, tu jamás

¿y que se siente ser abandonado? pregunta el ave curiosa

nada, esa es la verdad, no se siente nada, no se siente amor, ni alegría. No se siente tristeza ni rencor, es inútil. No se siente nada, no se siente nada, no se siente nada, nada. respondió el perro con una voz dura y fría

Por eso no entiendo a los perros, solo caminan junto a todos y se sienten solos, agachan la mirada, olfatean, hacen escándalo inútil y corren sin razones. Mírame a mi y sabrás lo que es la soledad y dicho esto el ave se arrojó hacia abajo y luego se echó a volar lejos del perro y al infinito mar.

El perro siguió al ave con la mirada, pero no entendió la conversación. El ave al ver al perro en el muelle, pensó que tal vez quería cruzar el océano. Y el perro creyó que el ave hablaba de la muerte.

Entonces el perro se dio la vuelta y caminó. Luego volteó otra vez al océano y se dijo mientras absorbía las lágrimas por su boca

Jamás entenderé por que me aferro a ser humano

y comenzó a correr muy rápido hacia él, saltó la barda del muelle y se aventó al océano. No intentó nadar, aunque podía, no quiso hacerlo.
El perro quería terminar con su vida. Se sumergió en lo profundo del océano y siguió cayendo al fondo, haciendo que los peces se movieran y soltando ligeras burbujas que cuando llegaban a la superficie brotaban o se diluían en el camino, sabiendo que seguiría siendo un perro mientras su corazón tuviera pulso.

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