sábado, 22 de octubre de 2011

Nada mas


Mis manos se están volviendo secas, han envejecido con el paso de las teclas y los nudillos ya no responden al llamado de las letras.
Mis células se rompen a cada paso que llamo a darles. Y la orden es rechazada de nuevo.
Y si mis manos estuvieran tersas, tal vez no te hubieras ido, tal vez seguiría implorando que llegaras, aunque sea tarde, y me desvanezco en tu mirada, que se apaga y que no me dice nada.

Mis manos se rompen cuando son tocadas por el viento seco de las tres de la mañana, ya no importa, la soledad te ha elegido, y yo, he dejado de existir en un mundo donde solía presentarme todos los días. A veces, quieres creer que las miradas no duran mas que diez segundos y en lugar de buscarme, te buscas a ti mismo, y mientras yo, desaparezco, como un rayo de sonido, cayendo desde el cuarto piso, dejando que las milésimas de segundo que llevaba mi vida en el universo, dejen de existir. Sin terminar una triste historia que tu creaste en mi mirada. Una ilusión que simplemente nunca existió. Un puño de desesperanza acumulada bajo mis párpados, pesadillas en las noches, dolor de estómago y mareos, tropiezos en la lluvia, tareas rezagadas, pensamientos que nunca fueron interpretados y que se perdieron en la cocina bajo los efectos de un café amargo con azúcar.

Y cuando finalmente caigo, despierto bañado de sangre con la cabeza bajo mi almohada, soñando un mundo que si existe en aquel rincón del universo. Y me veo volver y finalmente descubrirme, como cuando sentía esa seguridad frente al espejo, de saber que estaba ahí, que era yo y que nada iba a pasarme, que me tenía a mi y que no necesitaba nada más.


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