lunes, 5 de septiembre de 2011

El escombro

eL eSCOMBRO


A veces, no podemos completar ese lugar, aquel vacío, aquella parte.

A veces, cada que mis dedos tocaban el piso, se desmoronaban en cachitos y cada pedacito se dispersaba en el aire, dejando una estela de brillo que no se diluía.

Pero aun no lo se, que cuando abro los ojos, despierto en aquel lugar de siempre, recostado y con los brazos extendidos o talmente cerrados.

¿Como dejar?

dejar de pensar, pensar en un cuento sin protagonista o en un callejón que se va desplazando con el viento, que no va a ningún lugar. Donde los gatos ladran, los grillos vuelan, los pájaros ronronean y el agua no deja de caer en ningún lugar, tan solo se deja fluir, como el tacto, como el odio o como un beso; impregnado en la piel, y que se esconde, detrás de la mirada, que se aparta, que se calla y vuelve a desaparecer.

A veces, pensaba que a aquella silla arrumbada le salían raíces con flores y mariposas, que se extinguían cada cinco centímetros que se alejaban de ella. Como un ritual que se repite, que se dibujaba y que se creaba y volvía a significar una cosa diferente....

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